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Miguel González Reynoso: Persona Notable

Esgrime la tradición de la familia González y el compromiso moral de apoyar a las comunidades que sirve a través de sus 36 supermercados y 5000 empleados en el Sur de California


Don Miguel es el guardián de su familia, sus empleados, sus clientes, no se conforma con ofrecerles el mejor producto, el mejor precio, ahora suma recetas saludables y hasta clínicas en sus tiendas para que se controlen y mantengan la buena salud. Don Miguel vela por todos, es el mayor de los González, creció bajo la sombra de su padre al que admiró y respetó profundamente, trabajó incansable junto a sus hermanos, hasta lograr el triunfo en su negocio, basándose en su ejemplo y también, en los consejos de su madre. Su compañía ofrece varios entrenamientos para su personal, además de becas que otorga a los hijos porque insiste que el estudio es la mejor forma de progreso. Por su ejemplar trayectoria, la Primera Dama, Michelle Obama, visitó a los González invitada por America Bracho, otra activista comunitaria, el año pasado. Dios bendijo a los González por tantos sacrificios y les regaló el nombre que llevan sus 36 supermercados a lo largo del Sur de California: Northgate, que significa La Puerta del Norte por la cual todos los latinos la cruzan con la ilusión de mejorar sus vidas y la de sus familias, como lo hizo su papá Don Miguel y por la cual tantos más seguirán cruzando…

 

Don Miguel González Reynoso nace en un pequeño pueblo que se llama Jalostotitlán, nombre de origen indígena, en Jalisco, México. Crece rodeado de amor y de valores éticos y morales; tiene 12 hermanos, él es el mayor. Su papá, Don Miguel González Jiménez tenía una tienda de zapatos “La Elegancia”, en el centro mismo del pueblo con la que mantenía a su esposa y a sus hijos. Su mamá, Doña Teresa Reynoso de González, estaba dedicada a su hogar, al cuidado de su esposo y niños, labor que desempeñaba con entrega total. En 1952, la tienda de zapatos se incendia y su papá se queda sin nada, sólo con 20 pesos en la bolsa. Trabaja en otros lugares por varios años pero con una familia tan numerosa, 13 hijos, 8 hombres y 5 mujeres, le resulta muy difícil poder hacerlo. Resuelve mudarse a los Estados Unidos así que a los 44 años su papá, él y dos hermanos se mudan a Los Ángeles, separándose con tristeza de su familia que tanto ama.

 

¿Tenían familiares acá?   

Vivían unos parientes de mamá, nos radicamos en La Mirada y todavía ahí seguimos. Dejar la familia en México fue algo que a él le costó mucho, no podía aceptar el estar separado de ella. La idea cuando nos vinimos era temporal, el decía “pago lo que debo y regresamos”. Así que cuando papá reúne ese dinero, regresa a México y permanece allí por dos o tres años. Yo me quedo aquí y en el 70 me caso con Alicia. En ese tiempo comencé con una zapatería. En unas vacaciones que fui allá, llevé un poco de dinero, compré calzado que los vendí a mis compañeros de trabajo, amigos y parientes. Se vendió bien rápido así que un tío de allá me compraba más zapatos, comencé a venderlos en el swap meet. En el 74 abrí mi pequeña zapatería de calzado de México.

¿Ya estaba toda la familia radicada aquí?

Sí, mi papá regresa a los tres años con toda la familia. Desde que volvió, papá y yo trabajamos varios años en empresas, yo trabajé seis meses en una y después en la misma empresa hasta que salí cuando compramos la primer tienda.

 

¿Cómo surge la idea de comprar una tienda?

Con la misma ilusión de la mayoría de latinos que venimos del sur. Empezar algo para tener una vida mejor. Un día en la fábrica donde trabajábamos papá y yo, a la hora del lunch, comenzamos a darle a los sueños y como mi papá había tenido negocio toda su vida pensamos en comenzar uno nuestro acá. En ese momento mi papá estaba preocupado porque a las dos hermanas que trabajaban en costura les estaban dando muy pocas horas y me dijo, “se me pone difícil a mí, vamos a llamar a un amigo que trabaja en bienes y raíces para ver qué oportunidad tenemos”, a lo que contesté, “¡vamos a verlo!. Yo creo que ya tenemos algo de dinero en las casas que han apreciado y tal vez podamos sacar algún dinero y comenzar algo”.

Esa plática tuvo lugar un jueves y el sábado a las 10 de la mañana ya estaban reunidos con el agente de bienes raíces, le comentaron que querían ver qué podrían hacer. “Déjeme ver cual es el precio real de sus propiedades”, dijo y el lunes les informa: “oye yo creo que ya pueden hacer algo, hay un pequeño supermercado en Anaheim que ha estado en el mercado por un año y lo rebajaron mucho de precio y como Uds. ya tienen algo de experiencia en el negocio yo creo que les convendría. Me gustaría mostrárselo”. Así que el mismo lunes al salir del trabajo lo vieron y su papá dijo, “si lo podemos comprar, hay que comprarlo”. El primer supermercado de la familia González abre sus puertas en 1980 en Anaheim, California.

 

¿Qué hicieron después?

Yo vendí mi casa y cogí el equity, él refinanció la suya y juntamos 70 mil dólares para rentar la tienda por tres años y comprar el equipo que había ahí, refrigeradores para verduras, carnes, cerveza, y leche. Aparte nos quedamos debiendo el inventario que se lo pagamos después. El escrow cerró seis meses después y papá había comenzado a usar ese dinero y dijo “me falta, ya no completo”. Yo tenía un poco para comenzar la tienda, pues usamos eso y muy justo completamos lo que se debía pagar. El día que íbamos a abrir traía yo un cheque de $230 dólares de la empresa donde trabajaba. Y cuando el señor de la tienda me dijo “oye, ¿con qué van a comenzar?” “Traigo este cheque”, le respondí.

 

Con ese dinero abrieron la caja. Los González, sin dinero y sin experiencia pero con una idea muy convincente de que no había paso atrás, sabían que tenían que salir adelante. Al tercer día un señor comenzó a visitarlos casi a diario, ellos lo atendieron con mucha amabilidad para que regresara. Pronto les contó que tuvo un supermercado chico por 25 años pero su esposa había muerto hacía seis meses y que lo vendió porque ya no quería nada de eso. Miguel le pide que le de unas clases, que le enseñe un poco de ese negocio. Pero él responde: “Ya vi a todos trabajar, sigan haciendo lo que están haciendo que lo están haciendo muy bien”, concluyó.

 

¿Quiénes trabajaban en el negocio?  

Toda la familia. Invitamos a todos a participar, necesitábamos gente que nos ayude, los hicimos socios a todos y en realidad, desde el primer día estuvieron siempre ahí y por un año y medio no tuvimos a nadie más que nos ayudara. Pero veía a papá muy preocupado y le pregunté por qué, “es que es mi última oportunidad, si en esta vez no puedo, no va a haber otra, entonces aquí decide”, me respondió. Con esas palabras no había alternativa, cuando un padre dice eso, teníamos que salir adelante. Por suerte vimos que los clientes volvían, traían amigos y no porque tuviéramos ni el mejor producto o el mejor precio, creo que querían apoyar una familia que estaba tratando de sobresalir.

 

A los dos años de estar en ese local, el dueño les ofrece vendérselo. El precio que les pidió era el doble de lo que valía. Miguel le respondió que sólo lo consideraría si el precio fuera adecuado. El dueño añadió que pensaba rentarlo en un año (cuando el contrato con ellos terminara), y lo vendería bien porque veía lo bien que les estaba yendo. “Voy a poder venderlo muy bien” aseguró. Pero a fines del 81 los González compran una tienda a media milla de ahí, a buen precio y con muchas facilidades de pago así que abrieron la nueva tienda y siguieron en la otra porque aún les quedaba un año más para completar el contrato de tres años.

 

¿Qué hizo el dueño del local cuando supo que compraron la otra tienda?

Venía a controlar con reloj en mano cuánto vendíamos y a asegurarnos que esa era área de americanos. Volvió a los seis meses y con sorpresa dijo que no sabía lo que estábamos haciendo pero que habíamos triplicado las ventas. Me ofreció la tienda suya de nuevo en la que aún estábamos trabajando, y preguntó cuánto estaríamos dispuestos a pagar. Aceptó el precio sugerido y dijo que podíamos pagarlo en cinco años. Así es como compramos la segunda tienda.

 

Después de cinco años, los González compramos la tercer tienda en La Habra; luego en Pico Rivera; en La Palma de Anaheim que era una tienda Lucky’s que la tomaron con todo el equipo que tenía adentro; otra en La Puente; luego en Santa Ana, una pequeña que está al frente del Santiago College. Vino la octava sobre la Calle 4 que, desgraciadamente, no se pudieron concretar los proyectos presentados para mejorar el área por discrepancias con la ciudad. Con tristeza ven Los González esos lotes al lado de su negocio, viejos, abandonados y feos en vez de una tienda modelo que hubiera sido el orgullo de la ciudad, y que hubiera traído muchos clientes para todos los comercios del lugar. Después se compró la tienda de la First y Harbor; luego en Long Beach; otra en Buena Park; la de Bristol y McFadden; vino la de la Harbor y McFadden; otra en Anaheim; en Paramount; en South Gate; en El Monte; la primer tienda en San Diego; luego otra en West Covina y una en Wilmington; en Hawthorne; en Placentia y en Inglewood. Hoy los González tienen ocho tiendas en San Diego, y en total, 36 en el Sur de California.

 

¿Hay otros lugares en donde querrían poner más tiendas?

En Santa Ana, una tienda o dos más, nos gustaría tener una en San Juan Capistrano, y aquí en Anaheim son cuatro, tenemos aún la primera que compramos, y Dios nos ha ayudado definitivamente hasta con el nombre, Northgate, que significaba la “puerta del norte” de Anaheim. Pensamos en un tiempo ponerle MM, de Miguel y Miguel, pero nos cobraban mucho y no teníamos en realidad los recursos para cambiar el nombre. Pasó algún tiempo y sólo le agregamos González. Una vez quisimos sacar una revista interna y mandamos un comunicado a las tiendas solicitando que los clientes sugirieran un nombre para la revista y el que ganaba recibiría, creo que eran $500 dólares. Una señora ecuatoriana sugirió, “La Puerta del Norte” ahí vimos con claridad el significado del nombre “Northgate”, que representa lo que somos nosotros, que venimos al norte y entramos por la puerta del norte.

 

¿Qué hicieron para que las tiendas se multipliquen tanto y crezcan tan sólidas?

Somos muchos de familia, nos juntamos, exponemos y decidimos en conjunto semanalmente. Y cuando estábamos creciendo, hubieron años que el 100% de lo que ganábamos se volvía a invertir. Cada año nos reunimos un día para revisar papeles y oír reportes para saber cuánto se hizo ese año. Después de escuchar los resultados, un hermano que no le gusta hablar demasiado inglés lo único que decía era, “Where is it? Where is it?” La respuesta era, “en nuevas tiendas tenemos que reinvertir”. En promedio, hemos reinvertido el 90% de lo que hemos ganado por los 33 años que van de negocio. Además, tenemos la bendición grande de tener personal que se identifica mucho con nosotros y cada vez que hacen encuestas sobre la relación del personal de las diferente tiendas con el cliente, ellos dicen que el trato es excelente, siempre dispuestos a ayudarlos y servirlos con afecto.

 

“Nosotros hablamos con los nuevos empleados, con los encargados y pedimos que sigan la cultura de nuestra empresa, la recomendación que nos dio mamá: “si es que quieren que les vaya bien, es que traten bien a sus empleados”. Ese mensaje se lo estamos llevando a todos para que vean que en nuestra casa no se permite que no se trate con respeto a las personas. Yo creo que de ahí viene que ellos estén tan contentos, que atiendan tan bien al cliente”, dice Don Miguel.

 

De sus empleados, ¿son la mayoría mexicanos?

¡No! ¡No! en las tiendas de Los Ángeles tenemos colombianos, algunos nicaragüenses, salvadoreños y muchos guatemaltecos. Y acá en las oficinas tenemos ecuatorianos, colombianos, cubanos, hay unos argentinos también. Teníamos un argentino, Paco Bencini que desgraciadamente se tuvo que retirar, estaba en la tienda de la Harbor. Muy simpático pero desgraciadamente tuvo un problema de corazón, le pusieron un marcapasos, y me dijo que quería ir a Argentina pero no tenía plata, allá estaba una hija y hermanos. Los compañeros de trabajo les juntaron $2000 dólares y como yo les prometí que pondría la misma cantidad, les di los otros $2000. Me sorprendí que reunieran tanto, en promedio pusieron más de $150 cada uno, ¡increíble! No cabe dudas que el corazón no tiene barreras de nacionalidades.

 

¡Eso es fruto de lo que Uds. inculcan a su gente! 

Y estamos siempre insistiendo que sigan preparándose, para que estén listos para otras oportunidades que la empresa ofrece. Hay muchas, estamos creciendo, y no nada más en la tienda, tenemos un Departamento de Marketing, uno de Tecnología, de Bienes Raíces, Diseño y Construcción. Ellos pueden ver qué es lo que les gustaría estudiar y seguir el entrenamiento. A Oscar, nuestro hermano menor, lo comisionamos para que se dedique a esta área del negocio.

 

Oscar González, comenzó a trabajar en el negocio de su familia cuando tenía 10 años, a los 18 ya era manager de una de las tiendas. En la actualidad se desempeña como presidente de la Western Association of Food Chains, WAFC, agencia cuya principal misión es la de educar a los asociados en la industria alimenticia y trabaja en colaboración con colegios comunitarios los que ofrecen un plan de estudios específicamente diseñados para ellos.

 

 

¿Dónde imparten esos entrenamientos? 

Estamos asociados con Cerritos College, por medio de WAFC a través de Oscar, la cual da becas para que los que trabajan en esta industria puedan ir al colegio a estudiar. Por eso insistimos a nuestros trabajadores que sigan estudiando. También ayudamos a los hijos de nuestros trabajadores, les damos becas de Northgate para que se eduquen, tratando de mantener el equilibrio en el negocio y de darles lo máximo a ellos. Contamos con 5000 empleados.

 

¿Tiene tiempo para la familia? 

Claro que sí, vivo con Alicia, mi esposa de casi 44 años, tenemos seis hijos y 13 nietos. Dicen que para el 2020 se va a duplicar la cantidad de mexicanos nacidos aquí, si nomás ahí son seis hijos, 13 nietos, en total 18 contra ¡dos!

 

¿Cuántos nietos tienen sus padres?

Mamá tiene 57 nietos, papá murió en el 99. Ella desde su casa ha sido el pilar grande para nosotros, tiene 85 años y asiste a todas las juntas de la mesa directiva de la empresa. Mamá ha sido la razón esencial de mantenernos juntos, cuando oía que andábamos un poco distanciados, “quiero saber qué pasó”, decía. Cada semana los miércoles, tenemos un lunch aquí con todos los hermanos, celebramos cumpleaños y platicamos de todo.

 

La familia González, no solamente tiene 36 supermercados en los condados de Los Angeles, de Orange y de San Diego, sino que se preocupa por el bienestar y salud de sus empleados, clientes y las comunidades que sirve. Desde hace dos meses una nutricionista y una dietóloga están trabajando en las tiendas para enseñar a cocinar con recetas saludables. Así que ahora con las recetas Viva la Salud en todas las tiendas, sus clientes podrán disfrutar de una vida más saludable. Acaban de introducir productos orgánicos en el departamento de frutas y verduras. Han puesto una sección de alimentos más saludables, sin grasa, sin gluten, sin azúcar, una compañia trae ensaladas orgánicas que muchos creían que no se iban a vender en las tiendas de hispanos, pero se están vendiendo muy bien. Además, desde enero se han incluido clínicas en todas las tiendas para que los clientes puedan hacerse mamografías, prueba de niveles de glucosa, y demás exámenes para que sepan cómo están y según los resultados hacer lo que deban para que recuperen su buena salud.

 

¿Qué planes futuros tiene?

Seguir creciendo pero con cuidado de no poner en riesgo lo que se tiene y comprar dos o tres tiendas nuevas por año. Nos han visitado ya inversionistas, pero hasta ahorita no nos ha interesado pero no digo que el día de mañana, a lo mejor, hagamos algo así, protegiendo las 36 tiendas que ya tenemos y hacer otras inversiones.

 

Lo bueno es que son muchas las cabezas que piensan y que resuelven.

Y ya ahora tenemos 26 hijos, sobrinos, sobrinas que nos están ayudando en la empresa y a ellos les estamos dando todas las oportunidades de que se preparen. Si quieren ir a la universidad, les prestamos el dinero, le insistimos que lo hagan.

 

Juan Fierro, de Compras y Eventos Especiales de la empresa añade: “Lo más importante es que cuando dice Don Miguel de darle oportunidades a los sobrinos, aquí es parejo porque sangre no garantiza puesto, entonces cuando surge la oportunidad aplican y el más capaz logra el puesto”.

 

“En un comienzo esto era de todos los hermanos y hermanas, pero ya no se puede hacer eso con la segunda generación. Juan y yo estuvimos con los dueños de Bimbo en México, en la casa de Don Lorenzo Servitje con su familia, y nos contó que el hijo que trabaja en la empresa como director general tiene un sueldo, y eventualmente le tocará la herencia también mientras que a los otros hijos les dará sólo su herencia. Don Lorenzo tiene 93 años y está muy lúcido, ese día había participado en la junta de accionistas.

 

“Don Lorenzo, ¿cuál ha sido el secreto de Bimbo?” le preguntó Don Miguel, y contestó, “reinvertir el 80% de lo que ganábamos”. Hoy día Bimbo está en 18 países y tienen más de 120.000 empleados.

 

Entre sus hijos Don Miguel, ¿hay alguien que tenga el potencial de liderar la empresa?

 

Yo creo que en general la segunda generación está muy comprometida. Un profesional que pedimos que evaluara el cociente intelectual de todos, informó que todos lo teníamos muy alto pero que los jóvenes superaban el nuestro.

 

Don Miguel con orgullo menciona los logros de todos sus hijos, Teresa, su hija mayor, logró un Executive MBA criando cinco hijos; el primer hijo, Miguel, asistió a un curso en USC para empresarios de supermercados enormes como Kroeger, Supervalue, Costco, etc., él fue el único representante de una empresa pequeña; el segundo hijo, Manuel está estudiando MBA; la segunda hija Alicia, estudió diseño de moda pero no ejerce; la tercera, Michelle, es la que se encarga de que los centros comerciales luzcan limpios, sin grafito (graffiti); y el menor, Moisés estudió Administración de Empresas, está ahora en Texas, trabajando en una empresa grande para aprender otras formas de manejo de la industria.

 

Y, a través de Don Miguel, la familia González preserva y practica los altos valores legado por sus padres, fundamento de su relación con sus clientes, compañeros de trabajo y las comunidades en las que viven y trabajan. A través de estos valores han triunfado en sus negocio.

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