Persona Notable: Ava Steaffens, Presidenta de KidWorks

Visionaria y trabajadora incansable, transformó un programa pequeño en una corporación de desarrollo comunitario asistiendo a más de 3000 personas por año. Ava da alas a los que no creen que las tienen, y los ayuda a ascender.

 

De niña, Ava se acomoda feliz a los cambios geográficos que la familia adopta. Se exige sobresalir en la escuela y hablar un idioma nuevo sin ningún acento. Independiente y determinada decide mudarse a California y empezar de nuevo en el lugar que le atrajo de pequeña; estudia responsablemente porque sabe que es la llave al mundo. Se recibe de abogada y goza ayudando a los más necesitados. KidWorks le brinda lo que todo su ser añora, ayudar al necesitado. Su pasión y fe suman a filántropos a su sueño, y crea un centro que es refugio de toda una comunidad, que ahora cree que puede emerger de la ignorancia y la pobreza hacia una vida digna y saludable.

Ava Steaffens viene de una familia extensa, de un padre deportista y una madre muy afectuosa, con seis niños que crecen en Cuba. Ava es la primera y nace en Miami, Florida.

 

“Mi papá es cubano, era pelotero de béisbol en la liga Armendáriz de Cuba. Él vino aquí a finales del 48 a jugar béisbol profesional en las ligas menores en los EE.UU. Mi mamá, canadiense-francesa de Quebec, salió de su casa a los 16 años para radicarse en los EE.UU, primero se instaló en Nueva York, después en Miami y ahí conoció a mi papá, se casaron pronto. Mi papá iba a todos lados jugando béisbol, los tres viajábamos constantemente de Miami a Cuba por su trabajo hasta que resolvió dejarnos en Cuba con su familia mientras él estuviera fuera. Mi mamá aprendió español tan bien que todos creían que era cubana”, dice feliz.

Ava tiene cinco hermanos, Ana, Laura, Amelia, Lina, y los gemelos Oscar y Lucy, que llevan el nombre de sus padres.  En el 1959 la familia entera, hasta los abuelos, se muda de forma permanente a Miami. Ava tenía sólo cuatro años cuando se desencadena la revolución en Cuba.

 

“Me crié en Hialeah, Florida, vivíamos todos en la misma cuadra, al cruzar la calle estaban mis abuelos y mi tía Angelita y al lado de ellos, tíos Miguel y Amelita, a tres casas en la misma cuadra, tíos Papo e Hilda y mi otro tío Paco. Toda la familia vivía en cinco casas en la misma cuadra así que yo me crié rodeada de afecto y pienso que mucho de lo que hago ahora tiene que ver con esa manera de crianza. Todos nos conocíamos, había mucho amor, todo el mundo era pobre en esos días porque tuvimos que dejarlo todo. Mi abuelo tenía un negocio en Cuba que dejó atrás y mi papá como pelotero de liga menor no ganaba mucho dinero. Todos los que vivíamos allí compartíamos la misma realidad”, dice Ava.

 

Ava se educó en una escuela católica y siguió en Notre Dame Academy para jóvenes en Miami. “Cuando empecé la escuela no sabía inglés, mis padres hablaban siempre español. En la escuela no habían tantos latinos y las monjas exigían mucho y no tenían paciencia pero fue bueno para mí porque aprendí el inglés bien y sin acento para que no se burlaran de mí”, dice Ava.

Ava continúa en el colegio Miami Dade por dos años, luego se transfiere a la Universidad Estatal de Florida, Tallahassee. La familia se muda a Dallas, Texas, porque la fábrica donde trabajaba su papá se traslada a esa ciudad, todos sus hermanos terminaron sus estudios allí. La familia se reunía para Navidad en la casa de sus abuelos en Miami y en el verano Ava iba a casa de sus padres, pero no soportaba el calor de Dallas. Se graduó en ciencias políticas con el plan de estudiar derecho pero no quería vivir en Texas y decidió ir a California, lugar que le encantó cuando visitó a su madrina cuando tenía 12 años. Ahora de 21, dedica el primer año a familiarizarse y decidir qué hacer. Su madrina se había mudado a Nueva York así que no conocía a nadie. Alquiló un cuarto en el hogar de una señora que vivía con sus dos hijos. Al poco tiempo le presenta a un joven apuesto, Jim.

“Nos conocimos en noviembre y nos casamos en marzo, el año que viene vamos a cumplir 35 años de casados, y somos muy felices. Yo quería ir a UCLA, a la escuela de Derecho pero como él vivía en Newport Beach, lugar bellísimo, no quise mudarme a Los Angeles así que estudié en el Colegio de Leyes Western State, y me gradué en (el) 1981”, dice contenta.

 

¿Tienes hijos?

Tengo dos hijas, la primera es Jessica, y tres años después vino Katelyn, las dos viven fuera del país, me han hecho lo que yo le hice a mis padres y lo que ellos le hicieron a los suyos. Katelyn se mudó hace más de tres años porque a su esposo lo destinaron a la base de Marina de Okinawa, Japón y este agosto lo transfirieron a Abudabi, Emiratos Árabes Unidos. (Y,) Jessica se casó en diciembre, desde agosto vive en Inglaterra porque su esposo está haciendo su doctorado en tecnología allí. Ella trabaja para KidWorks, escribe todas las propuestas que van a las fundaciones.

 

¿Alguna vez practicaste tu profesión?

Si, cuando trabajé en Caridades Católicas como abogada, allí conocí a María Inés Rayces, era la directora de la oficina de servicio de inmigración, fue mi mentora. Caridades Católicas ponía muchas restricciones, los casos que me interesaban no podía tomarlos. Estuve allí del 81 al 83 y cuando nació mi hija renuncié, y en enero del 84 abrí una oficina privada porque quería tener más flexibilidad. María Inés vino conmigo, me apoyó mucho, trabajamos juntas muy bien pero al tiempo se retiró. Yo seguí hasta (el) 1999, atendiendo casos de inmigrantes, vino la amnistía, ese fue un tiempo bellísimo. Tuve muchos casos de certificación de trabajo pero luego los limitaron, cada vez habían menos para los que necesitaban más. Mi deseo de ayudar estaba en la comunidad.

Ava Steaffens asistía a una iglesia cristiana en la ciudad de Irvine, New Harvest. Un día la invitan a visitar el Centro de Ministerio Hispano (Hispanic Ministry Center), en Santa Ana, una organización fundada por el Dr. Larry Acosta que ofrecía dos programas, KidWorks y Urban Youth Workers Institute.

Kidworks era un centro de tutoría que funcionaba en un apartamento en la calle Townsend, los niños venían después de la escuela a hacer sus deberes, era un programa básico pero muy bonito en la comunidad.

Urban Youth Workers Institute, era un programa de entrenamiento de liderazgo para personas que trabajaban con comunidades necesitadas.

David Benavidez comenzó como ayudante en KidWorks y llegó a ser el director, se dedicó por entero al programa, y hasta rentó un apartamento en la misma calle para trabajar con ella mientras estudiaba en la universidad. Se graduó, se casó y el matrimonio compró una casa allí. Después de algunos años, por otros planes debió dejar el programa.

 

Ava se convirtió en voluntaria de KidWorks. Un día observó a Gabby -una joven que se había graduado del programa después de terminar la escuela secundaria- y ahora seguía estudios en el colegio Orange Coast College. “Gabby estaba enseñando a niños de su comunidad, era el modelo de ellos. Con los problemas que tenía la comunidad pensé lo que le podría pasar a esa muchacha y a esos niños que la miraban con tanta admiración”, dice Ava. Al poco tiempo Larry le propone ser la directora de KidWorks y le comenta que deseaba convertirlo en una organización independiente. Desde agosto del 1999 Ava trabaja allí.

 

Y comienzas a darle alas a KidWorks…

Fueron milagros que pasaron, uno detrás de otro. Esta organización independiente del Centro de Ministerio Hispano fue fundada en el 2002 y el 31 de diciembre de ese año fallece Dan Donahue, quien admiraba y quería mucho a KidWorks. A principios del 2003 viene su familia y amigos a informarme que deseaban hacer algo en memoria de Dan. “Queremos que beneficie a la comunidad y a KidWorks porque él quería mucho este programa”, dijeron. Darían una fiesta para recaudar fondos, “posiblemente 300 mil dólares”, dijeron.

 

Ava pensó que con ese dinero se podría comprar una casa y convertirla en un centro comunitario en vez de seguir rentando ese departamento pequeño. Vio casas en esa zona, tocó puertas y habló con todo el mundo. Encontró la casa ideal que tenía lotes vacíos a cada lado que eran de la misma dueña. La visitó muchas veces, le pedía por favor que se la vendiera pero ella no estaba interesada. Un día le dice molesta que no sabía por qué seguía visitándola si ya le había dicho claramente que no. Pero ella insistía, quería que entendiera su visión y continuaba tratando de convencerla. Un día le dijo, “¿por qué no hablas con Alfonso Calderón, el dueño del almacén Taquerías Guadalajara del frente?, si lo único que hace con esa propiedad es tener sus carros guardados”, le dijo.

Al señor Calderón le gustaba trabajar en los autos antiguos clásicos, tenía como tres carros, el terreno era de 10 mil pies cuadrados. Ava miró al edificio, y pensó que con sólo 300 mil dólares no se podría comprar semejante propiedad. Le agradeció por la sugerencia y se fue de corrida a la ciudad, sacó todos los documentos de ese edificio para estudiarlos y los guardó. Era agosto del 2003.

 

“Tres semanas después, los Donahue dieron la fiesta en el Balboa Bay Club y recaudaron más de 1 millón de dólares, ¡imagínate! Dos meses después, veo un letrero de venta en el edificio del señor Calderón. Sentí que era otro milagro. Así fue como logramos este lugar. El centro lleva orgullosamente el nombre de Don Donahue”, dice feliz.

 

“Ava es una persona maravillosa, ha hecho un excelente trabajo en la comunidad, especialmente para KidWorks, hay muchos proyectos interesantes, se ha hecho un gran progreso en los últimos nueve años. Ava es particularmente una persona muy bondadosa y tiene un verdadero lugar en su corazón para la comunidad y las personas dentro de la misma. Ha dedicado realmente su carrera y su vida al servicio de los demás y de la comunidad. Ava es la Madre Teresa de KidWorks, ella es el centro de la rueda y la que ha trabajado sin descanso. Y ha sido su dedicación y su devoción la que ha atraído a otros a ofrecer su tiempo, sus talentos y sus tesoros a KidWorks. Su ejemplo y lo que ha hecho y cómo se ha comprometido con el proyecto, es el sello distintivo de todo el programa KidWorks. Ava es un verdadero pilar en la comunidad” -Terry Donahue

La familia Donahue sigue produciendo milagros. El centro ofrece un almuerzo anual, Fundación para el Éxito (Foundation for Success Luncheon), ellos se hacen cargo de todo su costo y este año se han recaudado 400 mil dólares. Es un almuerzo muy sencillo, no se sirve ni un vaso de vino, y los asistentes son casi todos amistades de ellos.

¿Qué hace KidWorks hoy?

Tenemos alrededor de 550 niños y jóvenes, no sólo aquí sino en dos centros más, uno en Townsend y el otro en Bishop Manor, y desde hace dos años tenemos un programa especial de mentoría en cuatro escuelas secundarias, Century H.S., Valley H.S., Saddleback H.S., y en Lorin Griset Academy. Son cinco los mentores, miembros de Ameri Corps, que hacen trabajo voluntario de tiempo completo. Tenemos uno en el centro y los otros cuatro en cada escuela, trabajan todos los días de la semana y cada uno tiene un grupo de 20 a 25 estudiantes que presentan riesgos.

 

¿Cómo lograste esos mentores?

Por ser parte de Construyendo Comunidades Saludables en Santa Ana, una iniciativa de 10 años, del 2010 al 2020. Escogieron 14 áreas en todo California y el centro de Santa Ana es una de ellas. El rol de nosotros es atraer e impactar positivamente a la juventud de esa ciudad. Tenemos una mesa directiva de 40 personas, que se reúne cada mes y luchamos por el mejoramiento de la comunidad y su salud, no sólo la física sino la salud de la comunidad, la seguridad, la educación, la salud mental.

 

¿Qué otros programas ofrece el centro?

Tenemos el preescolar, que es para niños de 4 años, recibimos mucho apoyo del Departamento de Educación del Condado, de Healthy Smiles, de Choc Hospital, de la Comisión de Niños y Familia; tenemos una directora, Idalia Galdamez, dos maestras, Alma y Arminda, y una asistente, Amelia. Las maestras enseñan en el preescolar que está autorizado y los recursos vienen del Departamento de Educación del Estado.

 

¿Cuánto cuesta enviar a un hijo al preescolar?

Nada, sólo tienen que aplicar y para ser elegibles, tienen que vivir en el área, en esta comunidad, y mientras menos recursos tenga la familia sube más alto en la lista. Hay una lista de espera de alrededor de 600 niños en la ciudad de Santa Ana. Todos los preescolares autorizados en Santa Ana se basan en esa lista. Tenemos ya planes para triplicar el preescolar, ahora hay sólo 48 niños de 3 a 4 años que los estamos preparando para el Jardín de Infantes.

 

¿Qué debe hacer el niño para asistir después de la escuela? 

La familia y el niño se registran aquí pero sólo califica el niño que tiene padres dispuestos a involucrase y tomar parte en la educación de su hijo. Ellos pagan 40 dólares por año, y es para que lo valoren. Los niños de Jardín al 3er grado vienen de 3:30 ó (o) 4:30 a 6 y después de las 6 pm, vienen los de escuela intermedia y de H.S.

 

¿Hay una fecha para inscribirse?

De agosto a principios de septiembre y hay una lista de espera de hasta dos años para las clases después de la escuela, pero estamos esperando el permiso de la ciudad para el plan de expansión que presentamos para el edificio de al lado que tiene el mismo tamaño que éste.

 

Los programas para después de la escuela tratan de inculcar el deseo de seguir estudiando en la universidad a los niños. Están estructurados en cuatro pilares, uno es académico y arte, el otro es desarrollo de liderazgo y espiritualidad, se considera a la persona en su totalidad, su salud y estado físicos, su preparación para ir al colegio y para la carrera que elija. De lunes a jueves tienen ayuda con la tarea y tutoría, el viernes es libre, ellos pueden elegir qué clase tomar y sólo cuatro días al año tienen un día llamado Spirit Day, día dedicado a un tema en particular.

El lunes se enseña arte; el martes experimentan con ciencia; el miércoles desarrollan su carácter y responsabilidad; el jueves aprenden de colegios y universidades con la intención de que se familiaricen desde pequeños. Los viernes eligen entre karate, baile, música, poesía, fútbol o computación. Los más grandes pueden usar las computadoras para hacer sus proyectos pero los más chicos sólo cuando se les da una clase. Siempre hay supervisión y las pantallas miran hacia afuera para saber lo que están haciendo todo el tiempo. Los sábados tienen clases de música con maestros coreanos voluntarios que recaudan fondos para comprar los instrumentos violín, chelos y más.

 

KidWorks cuenta con un gimnasio, su entrenador es Alfredo, graduado del centro y a fin de año se gradúa del Orange Coast College y sueña con entrar a la Universidad (de) Chapman, quiere seguir ciencias políticas para después estudiar abogacía. Además, el centro tiene un programa de “compostaje”, que es el proceso de convertir los residuos orgánicos en abono. Hay familias que se han inscripto y juntan todos los residuos de las comidas que el centro recoge y los lleva al jardín comunitario que Green Project tiene en el Parque Jerome, para proponer a la ciudad que se establezca un programa permanente.

 

¡No paras!

No se puede parar porque las necesidades siguen creciendo y mientras la comunidad se involucre más, ¡mejor! Mi sueño es que todo esto sea dirigido por jóvenes que han crecido aquí, que se han desarrollado aquí y que vayan a la universidad y que regresan y que tomen el liderazgo no sólo de KidWorks sino de la ciudad, del país, ¿por qué no?

 

“Ava Steaffens ha inspirado a muchas almas, a jóvenes y adultos, a convertirse en miembros productivos de nuestra sociedad. Por los sacrificios que ha hecho, los que muy pocos conocen, ha demostrado que un verdadero líder como ella, no está interesado en elogios o reconocimientos. Un líder verdadero se desafía a sí mismo y toma las medidas necesarias para que otros, inspirados por su pasión y esfuerzo, también se desafíen a sí mismos para dar lo mejor de ellos. Ava se preocupa y lo ha estado por mucho tiempo, por un solo motivo: que los niños de Santa Ana y sus familias sepan y crean que hay mucho a su alcance, y que pueden llegar a ser mucho más, si toman las oportunidades correctas, y ellos tienen mucho más para ofrecer, si alguien les dé una mano para guiarlos, y los escuche. Desde el deteriorado apartamento alquilado del principio, a la hermosa instalación llena de vida que ahora alberga KidWorks, Ava ha guiado con una sonrisa, una mano amiga, y una visión inspiradora … con total dedicación” José Mota, comentarista de los Angels Béisbol; analista de radio y presentador de TV.

 

¿Cuál es tu mensaje para la familia hispana?

Que los padres son los primeros y más importantes maestros de sus hijos y que nunca deben dejar esa responsabilidad a otros. Las familias migrantes, como no conocen el sistema ni hablan el idioma piensan que no saben lo que están haciendo o que no tienen suficiente conocimiento y pierden su auto estima como padres. Pero no es cuestión del idioma, lo importante es que compartan con sus hijos las historias que tengan, no necesitan ni saber leer, lo que necesitan es tener comunicación abierta con sus hijos y seguir enseñándoles todo lo que tengan dentro suyo. Porque los hijos sí escuchan aunque se hagan los que no escuchan y están esperando recibir dirección de sus padres siempre.

 

¿Cuál es el problema más serio que notas?  

Hay muchos… yo pienso que el nivel de educación que vemos en Santa Ana es un problema muy serio y que tenemos que tratar de cambiarlo, no sólo los padres sino también las escuelas. Muchos maestros dicen que los padres no se involucran, y aquí vienen tantos padres que a veces no sabemos qué hacer. Todos tenemos la responsabilidad para mejorar el nivel educativo de la ciudad, todos y cada uno tienen que hacer su parte. Por ese motivo damos cursos de educación para los padres, cuando se registra la familia aquí no sólo está de acuerdo que van a ser voluntarios sino también que tienen que cumplir sus horas de educación, clases para los padres de todos los niveles.

 

¿A qué hora son esas clases?

De mañana y también de noche; tenemos clases para los papás solos, también hay grupos de apoyo para mujeres y otros, para parejas. Damos clases con nuestro personal a los papás más jóvenes en el Taller San José y se les enseña cómo estar presente como padre en su familia, cómo tratar a su esposa, cómo comunicarse con sus hijos, cómo manejar el dinero y cómo prepararse para un trabajo.

 

¿Por qué te empecinas en hacer tantas cosas?

La educación para mí fue esa oportunidad que nadie me la pudo quitar, que me abrió tantas puertas, que me abrió el mundo y cuando veo la situación de la comunidad aquí, yo tengo un sueño, yo quiero que ellos empiecen a actuar y ver que para ellos también puede haber un futuro. No es sólo para sus niños sino para todos y si no actúan, es posible que sus hijos no tengan futuro tampoco, porque es una cadena. Hoy siento que estamos despertando a la comunidad.

 

“Otra situación seria que enfrenta la comunidad es el estrés que sienten las familias por la pobreza. Cuando no se tienen los recursos para tener su propio apartamento, los niños crecen en un ambiente con mucho estrés. Y salen afuera y ven vendiendo drogas por dinero, causando más desequilibrio en los niños y en los jóvenes. Y no es que tenemos soluciones para todo pero sí es necesario al menos conocerlas”, añade preocupada.

 

¿Cómo es tu relación con tu familia con lo ocupada que estás?

Bellísima. Hablo con mis hermanas casi todos los días. Mi papá vive en Miami ahora y después de la muerte de mamá, se casó con una señora muy bella cubana. Ella murió hace seis años, estuvo enferma por seis meses y el último mes la acompañamos todos. En ese cuarto había mucha paz y tranquilidad, fue una experiencia inolvidable.

 

¿Es tu esposo cubano?

No, mi esposo es americano, nació en Santa Ana. Él trata de hablar español, le encanta hacerse como que lo habla, es muy chistoso, yo me río mucho con él, nos llevamos muy bien. Trabajó en MacDonald Douglas, era inspector de vuelo, le encantan los aviones. Él iba en el primer vuelo de cada avión que terminaban para revisar los sistemas. Ahora está semi retirado, hace ventas en el negocio de un amigo suyo, no busca trabajo ni ventas, cuando lo llaman, vende. Le encanta venir al centro, se lleva muy bien con los jóvenes.

 

Por su compromiso con la iniciativa Construyendo Comunidades Saludables, Ava trabaja incesante para completar todos sus ambiciosos proyectos y espera comprar el edificio de al lado para expandir el centro; abrir el Centro de Salud y Estado Físico y el Centro de Deporte Cubierto con lo cual se podría ayudar a 400 estudiantes más y un gran lote para estacionamiento, en donde también se podrá jugar al basquetbol afuera. Además de otros colaboradores, la Fundación Sage, se ha comprometido en dar un millón de dólares para este proyecto.

Y en enero se abrirá otro centro pequeño en Madison Park, como el de Townsend y en Bishop Manor. Todos ellos funcionan bajo el mismo modelo, en donde los padres deben involucrarse, tomar clases y otras responsabilidades.

 

La misión de KidWorks es la de restaurar barrios en riesgo -una vida a la vez, mejorándolos a través de la educación y perspectivas de sostenibilidad de niños y jóvenes que viven en Santa Ana, Condado de Orange. KidWorks fue fundada en 1993 e incorporada en 2002 como una organización de bien público para niños de escasos recursos y sus familias que ofrece programas pre-escolares, tutoría después de clases, mentoría para jóvenes, educación para adultos y programas de desarrollo de liderazgo. Ava ha plasmado su sello innegable en KidWorks, y ha despertado a una comunidad que ahora sabe que puede también triunfar.

 

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