Ralph S. Opacic, Ed.D. – Persona Notable
admin | Jun 05, 2015 | Comments 0
Ralph S. Opacic, Ed.D. – Fundador, Presidente y Director Ejecutivo- Orange County School of the Arts
Por Silvia Ichar – Fotos por Francis Bertrand
Por una situacion fortuita, Orange County School of the Arts, OCSA, termina estableciéndose en Santa Ana. Y por otra aún mayor, la construcción de la escuela se la termina en tiempo récord abriendo sus puertas a 900 alumnos deseosos de aprender alguna rama de las artes ofrecidas. Pero 1200 alumnos llegan al año siguiente y hay que seguir expandiendo. Estiman tener 2100 el año próximo y de esa escuela abierta en 1999 con 3 programas, hoy cuenta con 15. Acuden muchos alumnos de Santa Ana, y muchos más de ciudades distantes. En 2016 estrenará un centro de danzas, 14 aulas amplias, un centro de música de avanzada, con aulas para bandas, coros, orquestas, y 8 laboratorios de ciencia, de primera categoría. Muchos de sus graduados brillan en shows de televisión, en films o en musicales en Broadway. Uno de sus violinistas es prodigio de Itzhak Perlman, uno de los mejores violinistas del mundo. Tiene alumnos nominados con premios Tony, y muchos alumnos más en camino al éxito. El 100% de sus alumnos se gradúan, y un 93% siguen en la universidad. OCSA cuenta con un cuerpo académico y profesionales de lujo, con un director que no conoce sino el éxito y, de su mano, todos los siguen confiados de alcanzarlo.
Ralph S. Opacic nació en Albany, Georgia. Vivió la mayor parte de su niñez en el norte de Virginia, y más grande, en las afueras de Washington DC. Tiene un hermano mayor y una hermana que le sigue. Su padre fue un infante de marina de carrera y estuvo en tres guerras: la Segunda Guerra Mundial, Corea y Vietnam. En 1965 la familia esperaba la llegada de su hermana menor cuando, le informan a su padre que tenía que ir a otra guerra y decide no tomar más chances y se retira. Luego su padre comienza a trabajar en el Pentágono.
¿Qué le gustaba hacer de niño?
Siempre amé la música, desde que tenía dos años. Mis padres dicen que me encantaba tararear el himno de los marinos. Desde muy pequeño sentí deseos de tocar el piano. A los cinco, tuve un accidente bastante serio. Al buscar la leche del camión que las traía, corrí en la nieve y me caí. Las botellas de leche en esa época eran de vidrio. Me corté varios nervios de mi mano. Los médicos dijeron que tocar el piano sería buena terapia. Mis padres compraron un piano y comencé a tocarlo desde entonces. Eso me acercó a la música incluso más. Fui afortunado porque la iglesia y la escuela secundaria donde iba tenían programas de música formidables. Comencé a cantar en clubs donde se tocaban instrumentos, incluyendo el piano, desde los 15 años.
¿Tenía algún músico que admiraba?
Quería ser el próximo Billy Joel y envié algunas de mis grabaciones a Frank Pooler, de Cal State University Long Beach. Sabía que él había iniciado la carrera de Richard y Karen Carpenter, a fines de los años 70, y yo quería seguir sus pasos. Frank sugirió que fuera a esa universidad, donde me gradué en música, especializándome en voz y piano. Luego comencé como tenor solista en la Catedral de Cristal (Crystal Cathedral), lo que pagó mis estudios universitarios. Esto ocurría a fines de los años 70, principios de los 80.
Ralph continuó con grabaciones en estudios y con otros trabajos que involucraban el piano. Un día, un amigo le pregunta si quería dirigir un musical de una escuela secundaria, lo cual aceptó: se llamaba Bye Bye Birdie. Esa experiencia le hizo descubrir que amaba enseñar a los niños. Entonces, se dedicó a enseñar coro en las escuelas secundarias. Fue parte de un programa en la escuela secundaria Los Alamitos, que contaba con 30 niños, el cual, dos años más tarde, creció a 300 alumnos. El intendente vio el increíble programa de coro que había desarrollado y le dijo que deberían enfocarse más en las artes. Esto ocurrió a fines de los 80. En ese entonces había una gran crisis presupuestaria en el estado y los distritos escolares eliminaban los programas de arte en todo el Condado de Orange.
¿Qué hizo luego?
Pedí una subvención al estado, en 1987, para comenzar la escuela Orange County School of the Arts, OCSA. Al conseguir los fondos y, mientras las otras escuelas eliminaban este tipo de programas, nosotros creamos uno después del horario escolar, en Los Alamitos. Y así continuamos con OCSA. Seguí liderando las clases de coro durante la mañana y, después del horario escolar, coordinaba la Escuela de Artes. El programa comenzó con 120 niños aproximadamente, ampliándose a alrededor de 500. En dos años, celebraremos nuestro aniversario: ¡Cumpliremos 30 años!
Pat McMaster, era parte de la junta de fundadores, se unió al programa a principios de los 90. John Carlos, su hijo, está en el programa musical de teatro de la escuela. Pat pasó, de inmediato, de realizar trabajo voluntario a ser parte de nuestro equipo permanente. Todos están muy felices con ella. En 1997 la escuela había crecido tanto que hacía falta más espacio para seguir con tantos programas y alumnos. En consecuencia, tuvieron que desarrollar planes para expandir a Los Alamitos. Se recaudaron aproximadamente $1.000.000 pero, justo antes de empezar a construir, el distrito escolar de Los Alamitos se dividió: muchos no querían lidiar con el tráfico, la expansión y demás situaciones que esta expansión ocasionaría, mientras que la otra mitad deseaban que la escuela creciera. Hubo una gran lucha que los diarios publicaban al detalle.
¿Qué hizo entonces?
Inesperadamente, un día, el intendente de Santa Ana, Miguel Pulido, me llamó y dijo que le encantaría tenernos en su ciudad. Esto ocurrió en 1999. Si no hubiésemos encontrado lugar donde expandirnos, en un año, OCSA tenía que cerrar. Miguel me presentó a Mike Harrah, miembro importante de la industria constructora, quien tomó los planos que teníamos diseñados para Los Alamitos y los adecuó a Santa Ana. Teníamos seis meses para construir la escuela y Mike lo logró. Entonces comenzamos a reclutar alumnos y personal académico. Nuestro objetivo era que la escuela contara con 800 alumnos. El primer año ¡tuvimos 900! Al año siguiente ya teníamos tantos alumnos que querían ser parte, que Mike tuvo que expandirla nuevamente. El alumnado había ascendido a 1200 alumnos. Desde entonces, seguimos creciendo. El año próximo tendremos alrededor de 2100 estudiantes. De 3 programas de conservatorio crecimos a 15. El presupuesto de operación del primer año fue de $350.000. Ahora supera los $21.000.000. El primer año la fundación recaudó $25.000, ahora $7.000.000.
¿Quiénes son sus alumnos?
Nuestros alumnos vienen de todo el sur de California. El ubicarnos en Santa Ana fue la mejor decisión que pudimos haber tomado. Tenemos una ubicación clave y centralizada. Nuestros alumnos pueden venir de todos lados. Alrededor de 200 alumnos viven en Santa Ana, si estuviéramos en Los Alamitos, muchos no tendrían el acceso. Contamos con escolares que vienen desde Temécula y Lake Arrowhead. Tenemos 2 alumnos que toman el tren para asistir a nuestras clases. Todo este esfuerzo ha sido una obra de amor, nuestra escuela se ubica académicamente como la número 3 en el condado.
¿Hay otro proyecto de expansión?
En agosto 2016 abriremos un centro de danzas. Construiremos 14 clases de aproximadamente 2000 pies cuadrados. Además, crearemos un centro de música de avanzada, con aulas para bandas, coros, y orquestas. También abriremos 8 laboratorios de ciencia. O sea, contaremos con un centro de música, de danzas, y de ciencia de primera categoría.
¿Quién fue la persona que más influyó en su vida?
Mi profesor de música Robert Stamback, de la secundaria, era fenomenal. Él se dio cuenta que yo tenía talento y me apoyaba muchísimo. El creía tanto en mí que me dejaba conducir grupos de coro. Lo comencé a hacer desde el 9no año de la secundaria. Lideré muchos de los musicales de la escuela, como por ejemplo en Oklahoma, Hello Dolly. Robert fue el que me incentivó para que saliera a tocar al público y para que enviara mis grabaciones a Frank Pooler, aquí en California. Por eso pienso que es tan importante tener buenos profesores en una escuela: el impacto positivo y trascendente que se puede lograr en un alumno es extraordinario.
¿Cómo podemos ayudar a que más latinos entren a OCSA?
Estamos trabajando en eso. Cuando los 15 programas nuevos ya estén establecidos y nos hayamos expandido más, queremos servir a más estudiantes. Hoy 2000 alumnos pueden disfrutar de esta experiencia increíble aquí en OCSA. ¿Qué pasaría si 5 años más tarde contamos con 10 mil alumnos en nuestro programa? En la junta estamos analizando justamente eso: ¿Cómo nos podemos esparcir? ¿Cómo podemos servir a las escuelas primarias? Estamos pensando incluso, involucrarnos con alumnos de educación avanzada, en expandirnos a San Diego y Los Ángeles. Estamos estudiando cómo podemos ampliar los programas de fines de semana y de verano de la mejor forma posible, para que los alumnos que no participan durante el año escolar puedan beneficiarse viniendo en el verano. El próximo verano planeamos tener el triple de alumnos. Queremos maximizar la capacidad que tenemos para que la mayor cantidad de alumnos posible pueda tener la oportunidad de ser parte de la experiencia de OCSA. La semana pasada tuvimos una reunión con una organización sin fines de lucro que promueve mariachis. Estamos también contemplando la viabilidad de iniciar este tipo de programas. Queremos servir a gente en la comunidad que tenga hijos talentosos y que demuestren pasión por las artes. Hay tantas áreas artísticas para explorar y educar: ballet folclórico, escritura, films, artes visuales, y muchas otras.
Pat McMaster está encargada de un programa gratuito para llegar a la comunidad: Camp OCSA. Este programa ofrece talleres de capacitación para el nivel de inicio de danza, teatro, guitarra, música vocal, y artes visuales, a estudiantes de los grados 4 a 6 que residen o están asistiendo a escuelas de la ciudad de Santa Ana. Estos jóvenes deben tener interés en las artes y el deseo de descubrir y desarrollar sus talentos. Las solicitudes para alumnos se envían a las escuelas públicas primaria y media de Santa Ana y las aplicaciones adicionales están disponibles en la escuela OCSA. Ninguna prueba es necesaria y no hay ningún costo para participar para los estudiantes que califican. Aproximadamente 450 alumnos son aceptados en este programa. Éste se ofrece durante 10 semanas cada año, los martes a la noche, de octubre a diciembre, de 17:30 a 19:30 pm en el campus de OCSA. Las clases son dictadas por estudiantes voluntarios de OCSA de 10-12 grados bajo el asesoramiento, dirección y supervisión de profesores y personal administrativo de OCSA. Para información adicional contacte a Patricia McMaster, Directora de Programas comunitarios al 714-560-0900 ext. 5630.
“Mucha gente piensa, erróneamente, que somos una escuela privada. Somos una escuela gratis. Recaudamos dinero para que alumnos puedan disfrutar de nuestros programas. Es clave para nosotros que la gente entienda quienes somos y qué hacemos. Empezamos hace 28 años y hemos crecido gracias al gran esfuerzo de todos, y deseamos seguir haciéndolo: queremos seguir creando y expandiendo este centro de artes extraordinario. Tengo un personal fenomenal. Nuestros profesores académicos están dedicados desde el corazón a nuestros alumnos. Los padres también ayudan muchísimo”, dice Ralph muy orgulloso.
Hablemos de su vida personal. ¿Dónde conoció a su esposa?
Conocí a Sherry en la universidad. Ambos estábamos estudiando para nuestro doctorado en USC. Ahora trabaja con el intendente de instrucción para el departamento de educación de Orange County. Su trabajo es muy valioso. Tenemos cuatro hijas, la mayor Shanna con tres hijos: Ryan, Jake y Brianna de sólo 3 meses; Kelly con una hija, Olivia; y Carly quien asistió a OCSA, estuvo en el programa comercial de música, y en el momento se encuentra estudiando música en Nashville. Es cantante, interpreta y escribe sus propias canciones. Y Katy, que está terminando la secundaria aquí en OCSA en el programa de danza. Este año se gradúa y quiere continuar sus estudios en negocios en Northern Arizona University.
¿Qué pasatiempos tiene?
A mi esposa y a mí nos encanta cocinar. Juntos creamos en la cocina: es nuestra forma de relajarnos. Me encanta viajar pero no tengo el tiempo para hacerlo. Me siento bendecido por tener la familia que tengo. Cuando no estoy trabajando, estoy con mi familia, me gusta ser parte en sus actividades.
¿Ha viajado antes?
En el 2000 nos mudamos acá. Para muchos, los veranos representan el momento de relajarse. Para nosotros, muchas veces, las actividades continúan y se acentúan, planeando actividades para el año escolar próximo y demás.
¿Tiene más familiares?
Mi padre es el mayor de 10 hermanos. Sus padres eran inmigrantes de Serbia, Yugoslavia. Mi padre hoy tiene 94 años. Tengo 50 primos, muchos viven en Pensilvania. Mi madre tiene un hermano y tengo un primo de ese lado de la familia. Trato de ir a ver a mis padres una vez al año, por lo menos. También intento llevar a mis hijas, para así poder compartir algunos momentos juntos.
Cuéntenos sobre sus alumnos más destacados
Matthew Morrison es, probablemente, uno de nuestros alumnos más destacados. Es la estrella de un show de televisión llamado Glee y ahora está nuevamente en el show musical de Broadway Finding Neverland. Tenemos varios alumnos en Broadway, otros en TV y en films. Uno de nuestros violinistas, John Lee es prodigio de Itzhak Perlman, uno de los mejores violinistas del mundo. Cristian Rodríguez fue parte de múltiples shows en Broadway. Suzan Egan personificó a La Bella y la Bestia en Broadway y fue nuestra primera alumna nominada para los premios Tony. Jonathan Bond en un bailarín destacado en la compañía de danzas Cedar Lake, en Nueva York. Tenemos muchos alumnos más, famosos y en camino a serlo. Generalmente en esta escuela celebramos la finalización de la temporada. En nuestro 25vo aniversario, los alumnos nos sorprendieron: nos llevaron al escenario y cantaron una canción original en mi honor. Muchos de nuestros alumnos vuelven para colaborar y retribuir con nuestra organización. Son modelos excelentes para nuestros alumnos del momento. En esta escuela somos una familia. Matthew Morrison, que, como dijimos, empezó con Finding Neverland en Broadway, es increíble. Uno de nuestros alumnos más jóvenes fue a verlo y él lo llevó detrás del escenario, le mostró su cuarto de vestuario y demás, plasmándole recuerdos invaluables.
¿Qué más le gustaría compartir?
El 100% de nuestro alumnado se gradúa. Un 93% va a la universidad. Todo ocurre gracias a la dedicación de nuestro cuerpo académico y de los destacados profesionales que trabajan en colaboración, preparando a los estudiantes para que sigan su camino exitosamente. Santa Ana es accesible y eso es fundamental. Algunas personas me preguntan si quisiera privatizar a nuestra escuela. Mi respuesta es que eso iría en contra de nuestro propósito: queremos que todos tengan el privilegio de poder acceder a nuestros programas. La gente que puede pagar, lo hace. No todos pueden. Es importante que la comunidad entienda que somos una organización sin fines de lucro. Eso no quita que, por supuesto, se necesite del apoyo de todos. Es un privilegio y un gran honor ser parte de esta organización.
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