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Esquizofrenia, violencia y sociedad- Dra. Ana Nogales

¿Es la esquizofrenia responsable de la violencia? En los últimos meses, hemos recibido una serie de mensajes que posiblemente nos confundan, dándonos un concepto erróneo acerca de la enfermedad mental asociándola con violencia y conducta delictiva. Desde ya, ambos no son sinónimos, y quienes lo consideren así sólo están creando un prejuicio que daña aún más a quienes la sufren.

Aunque los medios informativos aseguren que una persona ha actuado violentamente por causa de su enfermedad mental, no siempre esa conclusión es correcta. Muchas veces puede presumirse una enfermedad mental y de allí terminan asegurando que lo es. Por otro lado, la falta de criterio lógico es más el resultado del uso de las drogas (incluido el alcohol), que de la enfermedad mental, aunque la mayoría de las veces ambas se confunden siendo difícil determinar si las drogas produjeron la enfermedad, o la enfermedad llevó a la persona a recurrir a las drogas. La realidad es que algunas personas tienen reacciones muy dramáticas a ciertos químicos, y un solo cigarrillo de marihuana puede llegar a producir una reacción psicótica, de pérdida de noción de la realidad.

Para poder hacer un diagnóstico de esquizofrenia u otra psicosis, se necesita realizar una entrevista clínica y muchas veces debe corroborarse con tests psicológicos. Sin embargo, muchas personas basadas en sus prejuicios, llegan a conclusiones falsas catalogando a pacientes como esquizofrénicos cuando no lo son. Además asocian la violencia a la esquizofrenia creando temores infundados.

Nunca podría llegar a formalizar una opinión diagnostica por observar a alguien en la televisión. De la misma manera nadie debería hacerlo, tampoco ningún otro profesional. Lo que podemos observar en un noticiero es la conducta de una persona por un tiempo muy limitado, pero eso no es suficiente para elaborar un diagnóstico. Por ejemplo una de las características de la esquizofrenia es la tendencia al aislamiento, a no interactuar con otras personas, lo que es contradictorio de alguien que hace amenazas o decide malévolamente atentar contra la vida de alguien. En la esquizofrenia, el mundo se registra adentro de la persona, y no afuera de ella. Puede estar hablando consigo mismo, o permanecer totalmente en silencio, porque la conexión con el exterior no está presente. Además, no tiene la capacidad mental de organizar un atentado, porque la corteza cerebral está afectada y no es posible el pensamiento organizado.

Uno podría cuestionar cual es la motivación de quienes cometen un acto criminal. ¿Será un enfermo mental? La mayoría de los crímenes son conducidos por personas psicópatas o sociópatas, quienes no tienen conciencia de las consecuencias que puede tener su conducta en otras personas. También pueden ser personas que sufren de paranoia, siendo muy susceptibles y temerosas de que alguien les haga daño, por lo que pueden querer defenderse de un potencial enemigo agrediéndolo, cuando en realidad no ha estado bajo peligro.

Un factor de peligro puede llegar a ser las alucinaciones auditivas, donde la persona escucha voces que le dicen lo que debe hacer, y muchas veces esas voces pueden empujarlo a cometer un acto de violencia en nombre de una fuerza superior que se lo dictamina. Estas alucinaciones son características de algunos tipos de esquizofrenia, pero no de todos, como también de la paranoia o demencia, y del desorden bipolar, pero son las excepciones. Según las estadísticas, las posibilidades de ser asesinado por un extraño con esquizofrenia son una en 14.3 millones, es decir tres veces menos que morir por un rayo.

La realidad es que todos tenemos características de personalidad que cuando son más marcadas podrían clasificarse como enfermedades mentales. Sin embargo no nos llevan a hacerle daño a los demás. El alcohol y las drogas son a cambio mucho más destructivos porque deshiniben impulsos y liberan conductas que pueden ser destructivas.

Por ello, es necesario reconocer la enfermedad mental para poder controlarla. Un diagnóstico temprano ayuda a la persona que sufre y a toda su familia, porque la intervención con medicinas facilita regresar al equilibrio y evita el deterioro posterior que pudiera ocurrir.

En cambio cuando ignoramos la enfermedad mental porque nos da miedo o vergüenza reconocerla, nos enfrentamos con un problema mucho mayor; permitimos que se desarrolle aún más.

Existen servicios profesionales provistos por el departamento de salud del condado donde usted reside, y dichos servicios son por lo general gratuitos. No hay necesidad de sufrir, ni de esconderse. Tampoco hay por qué negarse un tratamiento que puede mejorar la calidad de vida del enfermo y de quienes lo rodean. Y mucho menos hay que cerrar los ojos a quien necesita ayuda, y luego pagar las consecuencias con daños mayores.

Lamentablemente la sociedad sufre toda cuando la familia ignora la enfermedad mental. Simplemente, no toda enfermedad mental se manifiesta en violencia, y no todo acto de violencia es producido por una enfermedad mental. Pero pongamos en claro lo siguiente: la violencia no puede ser aceptada ni justificada. Tampoco la enfermedad mental puede ser ignorada. Como familia y sociedad, debemos abrir los ojos y recurrir a ayuda antes de que sea tarde.

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