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Tina Aldatz – Persona Notable

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Tina Aldatz – De un albergue para indigentes a millonaria

Por Silvia Ichar – Fotos por Francis Bertrand

 

Tina se ha dedicado a inspirar a mujeres de todos los ámbitos sociales para que alcancen el sueño americano

 

Empresaria brillante y directora ejecutiva, hizo su entrada triunfal en el mundo empresarial cuando lanzó Foot Petals, Inc. una revolucionaria línea de plantillas diseñadas para zapatos de tacones altos de mujer. Invención que resulta por su trágica experiencia al quemarse sus pies al pisar brasas ardientes enterradas en la arena cuando niña. Foot Petals, Inc. fue reconocida por “Inc. 500” como una de las “500 empresas de más rápido crecimiento en América”. Tina ha sido entrevistada por Entrepreneur Magazine y Forbes. Recibió el premio “Woman of Entrepreneurship” de Comerica Bank’s Women Business Awards y “Business Woman of the Year” en 2011 de LBWA-LA. En la actualidad, es directora general de su nueva empresa, Savvy Travelers, junto con su mejor amiga, fundadora y presidenta, Margarita Floris. Sus productos innovadores se han convertido en imprescindibles para pasajeros inteligentes, quienes disfrutan hoy de viajes más placenteros y saludables. Tina Aldatz es también una reconocida activista comunitaria. Como miembro de la Junta Directiva de “Hispanic 100” y presidenta de su programa de mentores, altamente prestigioso, está dedicada a inspirar y orientar a jóvenes latinos de 18 a 24 años para que logren éxito en los negocios y participen cívicamente en su país, bajo la guía de profesionales exitosos. Tina ha colaborado también con “Big Brothers and Big Sisters”, “Girls Inc.”, y, en 2011 creó una fundación a través de “Two Ten Foundation”, concentrándose en otorgar becas para las mujeres en la industria del calzado (WIFI). Tina aboga por un cambio en la política de inmigración en los Estados Unidos. Fue productora ejecutiva de la película “Frontera”, protagonizada por Eva Longoria y Ed Harris donde expone la polémica de la inmigración ilegal en la frontera del país. Tina cree que es crucial recordar que el inmigrante busca sólo una oportunidad.

 

 

Tina Aldatz nace en Michigan City, Indiana, es la mayor de seis hermanos y de cinco hermanastros. Sus padres eran del Este de Los Ángeles. Ella crece en un hogar muy inestable. La familia se traslada a distintas ciudades con frecuencia porque su papá trabajaba en la construcción. “Él estaba muy metido en drogas, juego, alcohol… Mi madre era irlandesa, delgada, de piel muy blanquita, muy suave, era muy animada, siempre el alma de las fiestas. Cuando mi padre la conoció se quedó encandilado, ¡imagínate! Ella era súper guapa”, dice Tina.

 

La pareja se casa y su padre espera que su mamá estuviera en casa, cuidando a los hijos… Pero ella no era eso. Ese no era su estilo. Desafortunadamente, la violencia doméstica empezó entre ellos, muy, muy fuerte. Tina tenía 9 años y vivían en Chino, California. “Un día mi padre le abrió la cabeza de un golpe. Tuvimos que llevarla al hospital de urgencia. Casi muere. Los tres niños estuvimos bajo custodia de protección. Entramos en un refugio para mujeres llamado The Good Shepherd. Todavía existe y es uno de los más grandes”, dice Tina. “Imagínate tener una madre y un padre, una hermosa casa… pero esta violencia doméstica reaparecía cada tres o cinco meses, así que terminamos en ese refugio. La situación ahí no era cómoda. Fue muy difícil el cambio. Vivíamos con gente desconocida, dormíamos en catres, las duchas tenían una delgada cortina que las separaba entre ellas. Fue una experiencia muy traumática. Estuvimos allí durante dos años y no podíamos relacionarnos con otras personas, porque estábamos ocultos, ya que mi padre quería matar a mi mamá. Sólo teníamos permitido una visita por mes afuera del refugio. En una de estas salidas fuimos a Santa Mónica Beach. Me sentí una niña feliz. ¡Tenía a toda mi familia junta!”, dice Tina.

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¿Quiénes eran “toda tu familia”?

Mis primos, hermanos, hermanas, tíos, tías, y demás familiares. Todos querían que mi madre y padre volvieran a estar juntos. Nosotros éramos los “cholos”, en grupo y en shorts. Yo me sentí muy feliz ese día, y, como toda niña pequeña, lo que más ansiaba era que mis padres volvieran a vivir juntos. Desafortunadamente, mientras caminaba contenta en la arena, pisé brasas ardientes que habían sido enterradas en la arena. Mis pies se quemaron tan severamente que me llevaron al hospital de inmediato. De allí me trasladaron al centro de quemados de UCI Health Regional Burn Center, el cual es uno de los pocos centros que existen en el país, y uno de los más destacados del mundo.

 

Esa lesión dejó a sus pies muy sensibles, y desgraciadamente su madre empezó a maltratarla físicamente, sin piedad. Tina se escapa y llega a emanciparse a los 15 años. La familia de un amigo la ayuda. Asiste a Fullerton High School, y obtiene su GED a los 16. Ella vivía en la casa de unos amigos de su madre, y debía pagar la renta de su habitación. Trabajaba en Albertsons.

 

¿Cómo estaban tus pies en ese entonces ?

Muy sensibles. La piel de la planta del pie es muy fina Tenía ampollas y rozaduras con frecuencia. Recién a los 18 años empecé a sentirme mejor y mi hermana vino a vivir conmigo. Cuando tenía 21, mi hermano de 15 años se vino también. Para entonces mi padre tenía una novia y otros 3 hijos más.

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¿Mantenías contacto con tu padre?

¡Siempre! Cuando tenía 13 años me fui a vivir con él por los constantes maltratos de mi madre. Eso es común en los casos de violencia doméstica. La madre, asume el papel del “padre abusador” porque es muy duro ser una madre soltera con hijos con ese historial. Así que ese enfado se vuelve hacia los niños. El círculo vicioso comienza y no puedes pararlo. Pero yo me propuse, de muy pequeña, a romper ese círculo.

 

“Una vez estábamos con mi hermana en el albergue eligiendo ropa que estaba amontonada en unas mesas enormes: podíamos agarrar las que quisiéramos, ¡eran gratis! Siempre adoré la ropa y quería sentirme, de alguna manera, como una diva, vistiendo alguna de esas prendas. Pero, de repente, veo a las monjas, sacando la ropa de bolsas de basura, mientras la acomodaban. En ese momento me di cuenta que estábamos viviendo con ayuda del gobierno y de la caridad del prójimo. Era muy humillante. El gobierno nos daba estampillas para poder comer con las que se podían adquirir algunas cosas. Muchas veces, teníamos que devolver comida que habíamos seleccionado porque no era parte del programa y, al hacerlo, sentíamos que todos en la tienda nos miraban. Además, mi madre había empezado a vender las estampillas de comida: entregaba 100 dólares en estampillas y le daban a cambio 50 dólares en alcohol y cigarrillos. Nosotros íbamos a la tienda para decirle al dueño que no le vendiera bebidas a mi mamá y él nos echaba … pero nosotros le robábamos dulces y chocolates y los vendíamos luego para comprarnos comida. Todo esto, me hizo muy fuerte”, asegura Tina.

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“Eres inteligente. Eres bonita. Puedes hacer lo que otros hacen, ¡pero mejor!”, le dijo su madre Phylis cuando ella tenía sólo 7 años. Tina nunca pensó el impacto que tendrían esas palabras en su vida.  Su madre, quizás, se las dijo en el momento perfecto: esa era una Tina susceptible que necesitaba contrarrestar los sarcásticos comentarios de los compañeros de escuela que se burlaban de ella por vestirse como la gente de la TV. Tal afirmación validaba aún más los sueños de infancia de Tina de una mejor vida para ella y su familia, mientras que construía una confianza inquebrantable que llevaría más adelante a la joven fashionista a la creación de una empresa de accesorios de calzado multimillonario, Foot Petals, Inc.

 

Tina recuerda el programa Chrysalis, que entrenaba a gente de bajos recursos para ciertos oficios y, luego, la ayudaba a encontrar empleo. Chrysalis ayudó a su madre preparándola y luego consiguiéndole un trabajo. Chrysalis es una mariposa, y, en esa agencia, representaba a una mujer renaciendo y evolucionando dentro de sí misma. Adoró esa organización porque vio que verdaderamente ayudada a la gente. Tina lleva una mariposa tatuada en su cuerpo, para nunca olvidarla. Luego supo que funcionaba con fondos privados y eso hizo que reconsiderara su tendencia política, cambiándose de demócrata a republicana. “Siento que en momentos de necesidad es preferible que a la gente se la ayude educándola, en lugar de regalándole cosas”, dice convencida.

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¿Trabajabas?

Sí, en varios lugares, hasta que comencé más sólidamente con Victoria’s Secret en Nueva York. Luego, continué con BCBG, Max Azria, en donde, el dueño del momento me sugirió que trabajara con Margarita Floris. En ese entonces, ella estaba encargada de las ventas internacionales. La compañía crecía incesantemente. Yo era la directora de mercado. Nos pidieron que nos encargáramos de la colección global, lo cual requería que viajáramos mucho internacionalmente. ¿Te imaginas? Tenía 27 años, viajaba con mi mejor amiga a lugares increíbles, nos relacionábamos con los más altos ejecutivos del mundo de la moda, prensa, distinguidas modelos, revistas de moda internacionalmente reconocidas, incluyendo a la modelo Gisele. Me sentía como en la película “El Diablo usa Prada” (Devil wears Prada). Así era mi vida en ese momento. Luego regresé a California para continuar mi carrera profesional.

 

¿Qué es lo que deseabas estudiar en California?

Nunca estudié. No me gradué oficialmente de la preparatoria y nunca fui a la universidad porque siempre tuve que trabajar tiempo completo. Aprendí de las corporaciones en las que trabajé. Algunas de mis responsabilidades incluían mercadeo, comercialización, relaciones públicas, mantenimiento de la lealtad a la marca, y ventas, entre otras. Yo estaba encargada de negociar el espacio en las tiendas. Cuando uno va a Bloomingdale’s, hay secciones con diferentes marcas como Tommy Bahama, BCBG, y otras más. Eso era parte de lo que hacía yo. También lidiaba con contratistas, gerentes, representantes de ventas, diseñaba los accesorios del lugar, para asegurarme que el surtido y la variedad que se exhibía en cada tienda era la correcta: lo que se vende en Miami, por ejemplo, no es lo mismo a lo que se vende en Chicago.

 

Margie se quedó trabajando en Nueva York con ellos por tres años y una vez vino a visitarla. Esa noche salieron a cenar y Tina le propone la idea de comenzar una empresa juntas. Tina estaba muy agobiada, había perdido su trabajo en la industria del “.com”. La dueña de la compañía, que tenía un MBA y había recaudados millones de dólares, gastaba de manera incontrolada. Las ventas estaban bajas y, sin fondos estables ni sólidos, la empresa tuvo que cerrar. Tina salió a buscar nuevos trabajos pero no pudo encontrar ninguno que le gustara. En ese entonces ella mantenía a su familia: su padre y sus dos hermanos menores vivían con ella, en un departamento pequeño en Santa Mónica. Otra de sus hermanas vivía cerca, a unas cuadras, con su sobrina y su otra hermana. Era una situación dura. Pero le afloró el orgullo latino y la empujó a pensar en grande. A Margarita le gustó la idea y empezaron los primeros pasos juntas. Las dos pusieron todo el dinero que tenían y fueron a ver a un inversionista a Los Ángeles.

 

¿Conocían a ese inversionista?

Sí. Armando Dupont, inversionista ángel, que invertía sólo con empresarios latinos hombres, era el suegro de un amigo. Tuvimos una junta en donde se nos indicaría cómo presentar e introducir nuestra idea del negocio a otros inversionistas. Pero Armando nos dice que le encantó el concepto y que quería ser cofundador. Yo fui la primera mujer latina con quien invirtió. Ese mismo día nos convertimos en socios y transformamos la compañía de literalmente una idea en papel a lo que llegó a ser. Ese mismo día Armando invirtió 10 mil dólares y, en los dos años siguientes, 250 mil. Indudablemente, Armando fue mi mentor. Crecimos tan rápido que Foot Petals, Inc. fue reconocida por “Inc. 500” como una de las “500 empresas de más rápido crecimiento en América” y por “Entreprenourial”, tres años seguidos, como la compañía de mayor desarrollo en los últimos tiempos.

 

¿Qué es Foot Petals, Inc.?

Nosotros hemos construído la empresa con la fórmula que aprendimos en las corporaciones americanas en las que trabajamos, y con las experiencias que logramos a través de ellas. Queríamos crear un producto que nunca caducase, así que creamos plantillas para zapatos. Era un producto simple que se podía vender durante el año entero sin perder su valor, y, poco a poco, fuimos agregando más variedad a nuestra colección. En un momento llegamos a tener más de 20 productos que se vendían todo el año y en todo el país a numerosas tiendas, como por ejemplo, Nordstrom, Dillards, e internacionalmente a mega negocios como Easton en Singapore, Harrods en Londres, y otros. Nuestra compañía creció de una idea en papel a recaudar 10 millones de dólares en ventas cada año.  En nuestro décimo aniversario decidimos vender nuestra empresa a otra que se cotiza en la Bolsa de Valores. Nos compraron por 14 millones de dólares, y nos quedamos trabajando con ellos por algún tiempo. Fue muy difícil para mí trabajar bajo la dirección de otros. Me quedé con ellos sólo un año y medio. Esta empresa adoraba Foot Petals Inc. y los productos en sí pero yo no estaba acostumbrada a reportar a jefes, ir a juntas, y demás. Margarita resuelve quedarse por tres años.

 

¿Qué hiciste en California?

Me dediqué a escribir mi libro De Tacones Altos a la Bolsa de Valores (From Stilettos to the Stock Exchange). La portada representa sentimientos y sensaciones bajo el agua, una mujer ascendiendo, liberándose. El mensaje del libro va a hombres y mujeres introduciéndolos al fascinante mundo de los negocios. Hice servicio comunitario: fui parte de la junta directiva de Girls Inc. y de Hispanic 100. Esta última me pidió que organizara un programa de mentores y ya estoy ¡en mi tercer año! Éste comenzó con 16 alumnos y hoy tiene más de 60. Encontrar mentores en la comunidad hispana es complicado. Porque el latino es generalmente muy humilde. Solemos no ver nuestras propias habilidades, mucho menos potenciarlas. Yo misma me pregunté: ¿Quién soy yo para crear un programa de mentores? ¡Ni siquiera terminé la preparatoria! Pero me dijeron, “Esa es precisamente la razón. Todo lo que tú has aprendido les va a servir a los estudiantes de inspiración”.

 

El programa se enfoca en jóvenes entre 18-24 años, recién graduados de la secundaria y a los que van a la universidad o están egresando. Se aceptan a los mejores de la comunidad latina, porque se está educando a futuros líderes, en las profesiones que ellos elijan: gobierno, leyes, medicina, economía, etc. Se les designa un mentor, altos oficiales y líderes dentro de esas carreras o industrias elegidas, logrando una experiencia directa. Éste se reúne con el mentor, uno a uno, durante un año, varias veces por mes. Entre los mentores se cuenta con Rosario Marin, la primera tesorera mexicana del gobierno de los Estados Unidos: su firma se encuentra en los billetes de un dólar. Si desea ser un mentor por favor visite: www.hispanic100.org. Entre los graduados está Jonathan Espinosa, quien fue aceptado en Georgetown University. Recientemente fue contratado por el conferencista de la cámara de representantes de los Estados Unidos John A. Boehner. O sea, primero viene el Presidente de los Estados Unidos, luego el Vicepresidente, y después el conferencista de la cámara de representantes. ¡Ahí está Jonathan! Los desafíos que se le presentaron al concurrir a una universidad que pertenece al Ivy League, el estar solo, sin su familia cerca, y demás presiones sociales hicieron, más de una vez, que Jonathan se preguntara “¿Qué estoy haciendo acá?” Con perseverancia, Jonathan está logrando sus sueños. Vincent Sánchez, de UCI, es otro ejemplo para destacar. Él quiso seguir una carrera política del gobierno local y luego de terminar con el programa fue contratado por la oficina de la congresista Mimi Walters. Y, Yesenia Hernández es la coordinadora oficial de mercadotecnia de Savvy Travelers. Este año comenzará sus primeros viajes de negocios. El programa está creando numerosas y extraordinarias oportunidades para los futuros líderes hispanos.

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“Margarita y yo hemos empezado otra empresa, Savvy Travelers. Al viajar tanto, comenzamos a notar que nos enfermábamos muy seguido. Como consecuencia, creamos productos que proveen una solución eficaz y saludable al pasajero frecuente. Entre muchos productos, creamos toallitas que desinfectan, una bolsa para llevar líquidos y que se pueden utilizar para el auto, el gimnasio, y más. Uno de nuestros primeros clientes fue Naño Sodo de I love LA, dueño de una cadena de tiendas en el aeropuerto de Los Ángeles. Nos estamos ayudando entre latinos. Tenemos que apoyarnos. Hispanic 100 ofrece una fiesta de gala anual, en octubre, durante el Mes de la Herencia Hispana. Nosotros donamos un dólar por cada libro mío que se venda a mujeres en la industria del calzado, a las que sufren de violencia doméstica, a las que quieren educarse, y a las que desean tener su empresa. Mi abuela vino de Chihuahua, México, en los años 20, porque quería una mejor vida para ella y su familia. La familia tenía antecedentes de violencia, drogas, robos, crímenes, pero ahora hemos roto el círculo. Y eso es lo que importa. Mi hermano menor, Eric, a quien considero como mi hijo, porque lo crié desde pequeño, es el primer hombre de nuestra familia en no ir a prisión, recibirse de la preparatoria y ahora educarse en la UCLA. Vive allí en un dormitorio de estudiantes y viene a casa en los períodos de receso. Él es una de las mayores bendiciones de mi vida. Y mi hermana menor, Kady Aldatz, tiene 25 años y trabaja conmigo. No tengo hijos propios. Mi vida ha sido bendecida de muchas maneras.

 

A pesar de haber crecido en un hogar tumultuoso, superó obstáculos y no permitió que esas circunstancias se interpusieran en su vida. “No importa cuán sombrío hayan sido nuestros orígenes, no deben detenernos, si es que realmente deseamos alcanzar el sueño americano. No importa de dónde vengas: ¡tú puedes alcanzarlo también!, dice, segura de sí misma, Tina Aldatz.

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